A lo largo del desarrollo del ser humano la actividad física ha determinado la aparición de muchas de las enfermedades metabólicas que ahora conocemos, tanto el ejercicio intencional (gimnasio, trotar, natación, baile) como el no intencional (actividades físicas diarias como el trabajo) han ayudado a regular muchos de nuestros sistemas para hacerle frente al paso de los años y a situaciones que ponen a prueba la integridad de nuestro organismo, como el embarazo.

El embarazo es un estado fisiológico – aunque sigo pensando que es fisiopatológico – que pone a prueba el cuerpo de la mujer gestante, es la mayo prueba de estrés a la que se puede someter un ser humano y como tal, expresará las enfermedades para las cuales este organismo está predispuesto, la actividad física en el contexto de un embarazo tiene un efecto positivo por donde se mire, en cada uno de los trimestres.

Casi la mitad de las gestantes ganan más kilos de los que debieran en el embarazo y esto tiene implicancias directas sobre el parto pre término, preeclampsia, diabetes gestacional, entre otras. En países ‘en vías de desarrollo’ como el nuestro, nuestras gestantes siguen siendo juzgadas por prejuicios en cuanto a la alimentación, en otro momento hablaremos de ello, y la actividad física, la preocupación de nuestros seres queridos es totalmente válida, pero deja de ser positiva cuando llega a inutilizar a la gestante o a hacerle creer que realmente es tan vulnerable que no puede hacer nada. Si analizamos el rol del ejercicio en el embarazo, encontraremos que una gestante que mantuvo una actividad física adecuada desde antes del embarazo, iniciando el mismo con un índice de masa corporal óptimo, tendrá resultados perinatales correctos, siempre y cuando no solo haya mantenido la actividad que regularmente hacía (ir al gimnasio, natación, baile, jugar vóley, manejar bicicleta, etc.) sino que incluso haya incrementado ligeramente el ritmo, siendo ella el marcador para decir: hasta aquí es suficiente.

La actividad física se promueve en todos los campos de la medicina para mejorar los indicadores de salud, en el caso de la medicina materno fetal, el embarazo es visto como una oportunidad demasiado valiosa para recuperar la salud de una paciente, en el sentido de que si empezamos un embarazo con sobrepeso u obesidad, la idea es orientar este embarazo para tratar de alejar los riesgos que de por sí traen esas condiciones y tanto la alimentación como la actividad física nos van a ayudar a lograr un buen resultado perinatal.

Durante mis controles prenatales, siempre aconsejo a mis pacientes que continúen con su vida normal, que si venían haciendo actividad física regular que la continúen, que si no venían haciendo ejercicios, pues que empiecen a realizarlos, esto aumenta la liberación de hormonas del placer como las endorfinas, disminuye el dolor o inflamación asociados al embarazo, disminuye la resistencia a la insulina, favoreciendo un mejor control de glucosa, entre lo más importante. Siempre les digo a mis pacientes que, en la medida de lo posible, continúen con su rutina diaria y no reposo, no reposo y no reposo, rompamos ya esos mitos que las relaciones sexuales o la actividad física producen abortos o pérdidas, por favor, dejemos ya de repetir un mensaje tan equivocado y transmitirlo de generaciones en generaciones, tengan relaciones sexuales, sean felices y hagan ejercicios.

Hay situaciones puntuales en las que se indica reposo durante el embarazo, pero eso no hace ni el 10% de los embarazos, eso significa que 9 de cada 10 pacientes debe hacer actividad física y continuar con sus labores habituales hasta el final.

Referencias:

https://doi.org/10.1016/j.ajogmf.2022.100758

https://doi.org/10.1016/j.bone.2006.11.018

https://doi.org/10.1016/j.midw.2021.103189

https://doi.org/10.1016/j.nwh.2023.01.010

No comment

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *