Yo tenía su número, habíamos estado siempre al tanto, él me contaba los exámenes o estudios que tenía Liam, así es que coordinamos el encuentro, me dio su dirección y fui. Era domingo por la tarde, el único momento que por fin tenía libre, nunca me había pasado eso de ir a ver a quienes fueron mis pacientes. Ahora por primera vez lo hacía, era un caso poco común que con un grupo de amigos queríamos poner en conocimiento a la comunidad científica y a la población en general, no sin antes obtener el consentimiento de la madre y el padre. Subí al segundo piso de una vivienda muy humilde en San Martín de Porres, allí estaba ella, había sido mi paciente, la recordaba, claro, había ido consulta tras consulta, religiosamente siempre acompañada de su abuelita, fui recibida por tanta calidez por parte de ambos, Liam estaba en un ambiente que había separado sólo para él_ por no decir toda la sala_ rodeado de cojines y ropa para que no se haga daño, viendo su programa favorito de televisión y con varios juguetes a su alrededor.

Ella me contaba cosas en las que quizá nunca antes había reparado, que algunas tardanzas en la consulta eran porque siempre iba con su abuelita como compañía y más de una vez, la abuelita debía pasar consulta en EsSalud antes y por eso llegaba tarde conmigo… si entendiéramos la odisea de cada paciente antes de soltar un ‘muy tarde, muy tarde, que vuelva a sacar cita otro día’. Pues bien, me contó que la historia había resultado más triste de lo que yo pensaba… que le habían dado un diagnóstico muy diferente, que le habían dicho que Liam no lo lograría, que no sobreviviría y fallecería al nacer o antes. Llegó a mí por vicisitudes de la vida y cuando le expliqué y le di los diagnósticos, me cuenta ella que tuvo una calma y una tranquilidad que me reconfortó tanto oír, nuestra profesión no es fácil, peor mi especialidad en la que al menos una vez por semana debo informar a madres que su bebé viene con una alteración, no es infrecuente decir esa noticia terrible de ‘es muy poco probable que lo logre’ o un ‘sinceramente lo siento mucho pero, no lo va a lograr’, hay que tener demasiada preparación para lanzar esas frases por todas las implicancias que tiene en las familias, por otro lado, la gran mayoría son situaciones que pueden ser manejadas pero que necesitarán muchísimo trabajo de la madre y el padre, así como de otras especialidades, solemos brindar un apoyo multidisciplinario, es la idea, en mi caso me comunico con varias familias que tuvieron un bebé con alguna alteración pero, eso es sólo la punta del iceberg, ahora empezaba a nadar debajo de esa punta y oía con muchísima atención todo lo que esta familia bella me transmitía, ella se paraba de cuando en cuando a través de la ventana como esperando algo o a alguien, él me contaba que ese dibujo de tecnopor de la pared lo había hecho él especialmente para Liam, que le había comprado su casco para ir en la moto, que felizmente seguía con trabajo a pesar de la pandemia.

Ella me empezó a contar que luego que Liam nació, iba constantemente a la pediatra, al genetista y tenía las terapias constantes para ayudarle a seguir desarrollando, la tarea era ardua, viven con sus abuelitos en aquél segundo piso y mientras ella sale también a trabajar, la abuelita cuida a Liam, me contaba que ahora por la pandemia había suspendido todas las terapias, por el miedo al contagio y porque, en realidad ya no había atención. No obstante, ella había sabido sobreponerse a la adversidad, una vez más, me empezó a explicar técnicas cognitivo – conductuales que había estado leyendo en Google para hacerle ella misma las terapias a Liam, sus ojos se llenaban de orgullo cada vez que me contaba un logro de él, no había segundo que no dejaran de mirar a Liam mientras platicábamos, el en su mundo, haciendo su vida, despierto, tranquilo, tomando su agüita, intentando parase, moviéndose de un lado al otro, ella seguía asomándose a la ventana mientras me contaba, era toda una experta, usaba términos técnicos para referirse al desarrollo de Liam y a las terapias y sus resultados, lo que pensaba aplicar próximamente en la rehabilitación de Liam, era un autodidacta y sin duda sabía más que muchos. Ella era toda una guerrera, los abuelitos y su esposo habían tenido COVID y ella se había encargado de cuidarlos a todos… y todos habían sobrevivido a este mal, no podría imaginarme esos días mientras ella iba a trabajar, cuidaba a Liam, cuidaba a la abuelita, al abuelito y a su esposo… ella debería ir en los billetes del bicentenario, ¡qué mujer!

También me contó de sus miedos, que cada llamada del genetista le da miedo contestar, que no sabe qué le dirá sobre Liam, que al final siempre contesta, pero aún no puede evitar sentir ansiedad y miedo por lo que pasará en el futuro. Mientras ella volvía a acercarse a la ventana, él me contaba que cuando recibió la noticia de que Liam sería un bebé diferente, cuando se enteró que demoraría un poco más que el resto de los niños para pararse, para comer, para vestirse o para hablar, que asumió ello y junto a su esposa se dijeron que seguirían para adelante y que no cejarían en la lucha, que la vida les ponía el mejor de los regalos, un hijo, y que iban a tomarlo como tal, como una bendición.

Creo que Liam tuvo demasiada suerte, tener un padre y una madre como ellos es lo mejor para un niñito que los va a necesitar tanto, yo sólo podía oírlos y darme cuenta de los seres humanos excepcionales que tenía ante mí. ‘Al final, todo lo que usted me dijo, doctora, así fue, todo lo que usted me explicaba en ecografía y en consulta así fue’ lo decía con un agradecimiento que ni la mascarilla podía ocultar, sus ojos brillaban y estoy segura de que no sabía cómo agradecerme… si supiera, que yo me sentía en las nubes con todas sus palabras…

Había llegado con sol y ya había oscurecido, mi celular vibraba por un parto en la clínica al que debía acudir, ella se alejó raudamente de la ventana y me dijo ‘doctora, espere un ratito, por favor’, a los segundos subió con un presente en sus manos, era lo que había estado esperando, tan bellos, tenía un globito que decía: ‘Gracias por todo’; y una copa con mi nombre grabado…

Yo estaba desbordada, ellos me habían enseñado demasiado esa tarde, algo que no lo enseña ninguna universidad, algo que no se lee en ningún libro, ellos me hicieron más humana, ellos me volvieron otra vez a la tierra, al piso, ellos son el mejor ejemplo de perseverancia, convicción, esperanza, fe, amor… Cuando ya me retiraba, sólo él bajó a acompañarme a la puerta del primer piso, como cuando llegué, ella dijo: ‘me quedo para cuidar a Liam, gracias doctora y adiós’.

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