Podemos haber evolucionado demasiado a nivel de manejo, la especialización en muchas áreas nos ha alejado de nuestras pacientes, lo que no nos hemos dado cuenta aún es del poder terapéutico que tiene una buena relación médic@-paciente.

Recuerdo cuando mis profesores me enseñaban ‘un médico pocas veces cura, algunas veces sana, pero siempre debe aliviar’. La pandemia nos obliga a realizar cambios en el paradigma de atención, hemos perdido la herramienta más importante, la entrevista, ese contacto visual, ese momento en el que tu paciente está desnuda frente a ti confiando en una desconocida, totalmente vulnerable, es el punto de quiebre, tienes todo el poder del mundo para engancharte a ella o para con un gesto, una mueca, alguna postura incómoda perderla.

No voy a decirles que soy un dechado de paciencia y buen humor, quizá sea todo lo contrario, pero desde que decidimos seguir en este camino, debemos calzar los zapatos de nuestras pacientes antes de emitir algún comentario de valor o antes de juzgarlas, tuve alguna vez una paciente a quien entrevistaba por primera vez y cuando le pregunté su religión se incomodó sobremanera, que ello era algo personal y no le encontraba sentido a mi pregunta, le expliqué la necesidad de ello para saber si acepta transfusiones o no en una especialidad como la mía en donde se puede perder 2 a 3 litros por una cesárea complicada (de los 6-7 litros que tenemos), ya se imaginarán cómo reaccionó cuando le pregunté el número de parejas sexuales… Nunca regresó conmigo.

Les cuento ello para que entendamos que, como toda relación, tiene 2 partes, y si una de las partes no está comprometida, no funcionará. Apenas terminé la especialidad ingresé a trabajar a EsSalud, vaya experiencia, siempre me he tomado 20 – 40 minutos con cada paciente, francamente he tratado, pero no puedo reducir mis tiempos, siento que hay demasiado por enseñarles, pues bien, llegaba del Hospital San Bartolomé en donde atendía de 8 a 2pm 10 – 12 pacientes, máximo, a un hospital en donde la primera vez que atendí en consultorio, llegó el doctor de la tarde y yo no acababa, me tuvieron que mandar a otro consultorio para terminar el turno mañana, pues aún me quedaban pacientes… la experiencia es demasiado triste en realidad, me llamaron de jefatura a decirme que yo debía atender de 20 a 25 pacientes de 8 a 12, 4 horas para 20 pacientes 5 por hora, si hacía 20… menos de 15 minutos para tomarle la presión, hacerle el Papanicolaou y encima platicar de sus problemas, eran pacientes que esperaban meses una consulta ¡meses! Traté de sobrellevar la situación, las pacientitas bellas me decían “gracias doctora, nunca me han atendido así…” Pobrecillas, pero ¡cómo se puede atender bien en menos de 15 minutos! Como fuere, procuré seguir, me prometí llegar al año, me daba tanta pena dejar a las pacientes, les juro que me encariñé tanto, sentía que podía realmente ayudar, pero me seguían presionando a llegar a 25, acelerar, empecé a hacerlo, atender en 15 minutos… ese mes que “por fin aprendí”, renuncié.

No había estudiado medicina para eso y desafortunadamente eso no hace ningún bien a nuestro sistema de salud, pero no es responsabilidad del médico, es que las altas jefaturas de EsSalud no las comanda un@ médic@, las dirige personal administrativo, economistas, entre otros, que no comprenden la magnitud del acto médico.

Por avatares del destino volví a mi casa, al glorioso HONADOMANI San Bartolomé y con ello mis consultas de siempre, consultorio lleno, he empezado a veces a las 7am, pobres obstetras, se quedaban hasta las 2pm conmigo, cuando su turno acaba a la 1pm, algunas traían su almuerzo cuando sabían que estarían conmigo, cuántas pacientes me buscaban para adicionales ¡cuántas! Yo feliz… hasta que vino la pandemia y con ello un cambio radical, ya no tengo consulta en el Hospital, pero siempre estuve en la Clínica y allí he procurado replicar el modelo, el mismo manejo, la misma confianza, los mismos deseos de querer lograr lo mejor para mamá y bebé y obteniendo los mismos resultados.

Quiero cerrar con una idea muy cierta, en el camino a lograr la excelencia en la atención de una paciente debemos siempre apuntar a la mejor relación médic@ – paciente posible, vamos a tener demasiadas vallas, pero debemos adaptarnos al cambio y basad@s en el respeto y dignidad de la persona humana, siempre aliviar.

Muchas gracias, Fabi, Manuelita y Matheus, nos hemos compenetrado tanto en estos 9 meses que reconozco que voy a extrañarles. Son el mejor ejemplo de una excelente relación médica – paciente. (¡Cuántas ganas de poner tu vídeo bailando zamba en la clínica luego de tu parto!)

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